El artista contextual de Montreal Murphy Cooper es parte de un movimiento que está transformando la moda en todo el mundo, y que incluso le está dando una nueva vocación a toda una ciudad en Italia. Se llama upcycling, o reciclaje creativo, e implica conseguir ropa y tejidos viejos de tiendas de segunda mano y contenedores de basura, y darles un nuevo propósito idiosincrásico. En un mundo donde la moda desechable está causando un alto impacto ambiental, este nuevo movimiento no es solo un avance de la moda, sino que también es bueno para el planeta.
La diseñadora Nicole McLaughlin es un ejemplo de este nuevo enfoque de la moda. Como pasante en Reebok, le preocupaba la cantidad de residuos generados por la industria de la moda, que constantemente crea ropa nueva destinada a tener una vida corta como artículos de moda. Cautivada por el material de segunda mano y el mundo de los diseñadores “sin desechos”, se embarcó en proyectos artísticos en su tiempo libre, y creó nueva ropa y moda a partir de materiales desechados. Su trabajo llamó tanto la atención que creó una empresa y ahora asesora a clientes corporativos como Arc’teryx.
McLaughlin no está sola. Estudios de diseño como Zero Waste Daniel (Daniel Silverstein), de Brooklyn, y Damar Studio (Damar Rivillo), de Berlín, son parte de un creciente movimiento internacional.
Los tejidos viejos también se están reciclando para algo más que ropa. La artista Tau Lewis, nacida en Toronto y ahora ciudadana de Brooklyn, crea “esculturas de tela” a partir de tejidos desechados.
De hecho, el movimiento se ha vuelto tan generalizado que una ciudad entera en Italia ha basado su economía en la moda reciclada. La ciudad de Prato se ha dedicado a esta industria, con cientos de empresas que crean el 15 % de toda la ropa reciclada del mundo.
Una clara señal de que la moda reciclada llegó para quedarse.