El piano es un instrumento bastante sencillo. La música se presenta frente a uno en teclas blancas y negras en una línea recta poco sorprendente. La imagen clásica de un piano en una sala de estar o sala de conciertos hace que parezca el instrumento más seguro y convencional que existe. Sin embargo, se reinventa constantemente y desafía nuestras percepciones.
En primer lugar, piense en cómo se toca. Todos los artistas de todos los géneros aportan algo nuevo al instrumento: desde Glenn Gould que tarareaba mientras interpretaba a Bach, la leyenda del jazz Thelonious Monk, que parecía tocar notas entre las teclas, hasta Jerry Lee Lewis, que llevó a rastras el instrumento hasta el rock and roll pateando las teclas hasta someterlas. En estos días, los artistas musicales ponen piedras y madera en las cuerdas, o llenan cuidadosamente el instrumento con agua para crear sonidos inauditos.
Pero no es solo cómo se toca lo que nos hace pensar en el piano de diferentes maneras. Ya sabemos que llevaron un piano a la jungla tailandesa para calmar las almas heridas de los elefantes. Pero los pianos también aparecen en todo tipo de otros lugares extraños: en la Gran Muralla China, en medio del desierto del Sahara, en el pico de una montaña a 4200 metros sobre el nivel del mar en los Alpes Suizos, en cuevas de hielo y más allá.
En algún momento, los pianos dejan de ser útiles como instrumentos musicales. Pero eso no ha impedido que se desarrolle una nueva tendencia: reciclar pianos viejos como bares, bibliotecas, islas de cocina y más.
En la música y más allá, el piano es un símbolo vivo de creatividad infinita.