Nuestra historia cultural está llena de artistas que se han distinguido a una edad temprana, en todos los ámbitos. El artista chino del siglo XII Wang Ximeng hizo su única obra que aún sobrevive –considerada una obra maestra– antes de los 18 años y murió a los 23. La pintora suiza del siglo XVIII Angelica Kaufman tenía solo 13 años cuando llamó la atención del mundo. Más recientemente, el artista británico Keron Williamson fue apodado el “mini Monet” a la edad de ocho años.
Todos estos artistas se destacaron después de años de trabajo, habiendo comenzado como niños pequeños, como Emilie Barton. En muchos casos, estos niños artistas muestran una combinación de aptitud natural acompañados de la guía de sus padres. Dos de los niños prodigio más famosos, Wolfgang Amadeus Mozart y Pablo Picasso, son ejemplos clásicos de talento natural alimentado por la mano de un adulto que los guía.
Parece que el estímulo temprano en las artes puede conducir a logros tempranos. Pero ¿por qué debería importarnos al resto de nosotros, que no somos unos genios?
Según la psicóloga Alison Gopnik, deberíamos preocuparnos porque alentar a los niños a ser creativos por sí mismos les permite ser quienes han sido programados para ser por naturaleza. En su investigación, descubrió que los niños de cuatro y cinco años aplican la misma disciplina mental y las mismas tácticas en la resolución de problemas que los científicos adultos exitosos, sin que nadie se lo pida. Otros investigadores han notado que la aptitud musical alcanza su punto máximo a los ocho o nueve años. La creatividad es innata en nosotros. Según Gopnik, es la razón por la que los humanos tienen una infancia mucho más larga que otros mamíferos. En términos de psicología evolutiva, nuestra infancia prolongada nos da más tiempo para aprender, explorar, innovar y ser creativos.
Los niños artistas exitosos usan de mejor forma este tiempo adicional. Según los educadores, otros niños también se beneficiarían de una educación artística en sus primeros años. Las investigaciones han demostrado que los niños que estudian arte y la ejercitan son menos ansiosos y están más concentrados.
¿La lección? Comience temprano, cuando esté más naturalmente inclinado a la creatividad, y continúe. Puede que no sea un genio, pero se sentirá mejor.