Thomas McKean es un artista profundamente lúdico y claramente apegado a su ciudad. Nueva York es el tema de sus diversas y memorables obras, que abarcan tarjetas de felicitación, dioramas 3D y cortometrajes. Celebra la vida en la ciudad y sus diversos íconos. Y lo hace usando un material muy neoyorquino: las MetroCards.
Para millones de neoyorquinos y un número incalculable de visitantes, deslizar las MetroCards es un ritual diario, la clave para entrar en el icónico sistema de metro de la ciudad. Pero para McKean, es mucho más que eso. Por más de 20 años, ha cortado y reutilizado miles de tarjetas desechadas para crear collages, casi siempre sobre algún aspecto de la vida en Nueva York.
McKean es parte de un creciente movimiento de artistas que trabajan con materiales reciclados para crear arte sustentable. Y en este caso, usar las MetroCards puede tratarse más de la combinación perfecta entre forma y función que de un impulso específicamente ecológico. Al igual que su arte y al igual que el propio McKean, la MetroCard –en todo su esplendor plástico y desechable– es la ciudad de Nueva York en sí misma.
Le era de la MetroCard está llegando a su fin. La autoridad de tránsito la está retirando y reemplazando por un nuevo sistema de pases sin contacto. Pero McKean no está de luto por el cambio. Después de décadas de crear arte único con las tarjetas, se siente cómodo con que esta historia particular llegue a su final. Es más, tiene miles de tarjetas guardadas, que según sus propios cálculos equivalen a un valor de uso del servicio durante dos años.
Así que por el momento, su particular historia neoyorquina continúa.