Murphy Cooper es muchas cosas: un poeta del hiphop, un artista contextual autoproclamado, un iconoclasta puro y, tal vez para su sorpresa, un creador de tendencias de la moda. En 2021, entró en la lista de los habitantes de Montreal mejor vestidos de Cult Montreal, una distinción ante la que seguramente se encogió de hombros desconcertado, como una persona que se dedica a rechazar cualquier tipo de categorización.
En muchos sentidos, el enfoque idiosincrático de Cooper hacia la moda es parte del trabajo continuo de arte escénico que es su vida. Cooper es un “reciclador creativo” que se niega a comprar ropa nueva. En cambio, merodea por los estantes de las tiendas de ropa de segunda mano en busca de artículos que reutiliza para sus propios fines. Siempre manifestando que vivimos en una gran época para los compradores de segunda mano, Cooper adorna su ropa reciclada con mensajes que cuestionan la autoridad y las estructuras sociales existentes. El resultado es un estilo de moda único y totalmente suyo.
Sin duda, reciclar ropa vieja tiene ventajas medioambientales, pero Cooper se niega a promocionarlas. Cooper, siempre inconformista, cree que alardear de cualquier forma de conciencia ecológica es solo otra forma en que la sociedad burguesa se halaga y se promociona a sí misma.
En cambio, cada aspecto de su estilo y de su actuación pretende subrayar cómo el individuo puede crear una personalidad y un papel en el mundo que sean intencionales, poco convencionales y, en última instancia, que estén en una nueva categoría propia. Elegir y preservar ropa vieja, y reutilizarla de una manera tal vez inimaginable para sus diseñadores originales es parte de un acto continuo de reinvención personal y social.